Para ayudarnos a aprender la enseñanza bíblica del perdón, ahora vamos a investigar la historia de una familia que se encuentra en el Antiguo Testamento.
En el Libro de Génesis la narrativa de Jacob nos dice cómo sus hijos reñían entre sí. Los hijos de Lea y las esposas concubinas, como sus madres, no fueron amados por Jacob. Él tenía ojos sólo para José y Benjamín, los hijos de su amada Raquel. Ya en los capítulos 34 y 35 vimos la tensión entre los hijos de Lea y Jacob; a estas alturas la familia se dividió. Los hijos de Lea vendieron a José a unos ismaelitas que iban a Egipto; y cuando le contaron a su padre que José había sido muerto, su corazón fue quebrantado.
Mientras tanto José, a pesar de la esclavitud y el encarcelamiento, se levantó para llegar a ser el hombre que sirvió como mano derecha del faraón, y la familia dividida fue finalmente reconciliada.
Los hijos de Jacob
Aprendiendo a confiar
Parece que con razón José se resintió por muchas cosas. De Génesis 37 a 40 sabemos:.
- Sus hermanos lo aborrecían.
- Por envidia fue vendido por sus hermanos.
- Llegó a ser esclavo en Egipto.
- Venció la gran tentación con la esposa de Potifar.
- La honorable conducta de José fue devuelta con injusticia.
- Aunque José debió haber sido ejecutado, fue condenado a prisión.
- Hizo lo bueno para el copero pero éste se olvidó de hablar de la libertad de José a Faraón.
José tenía buenas razones para esperar que el jefe de los coperos reconociera la injusticia que él había sufrido, pero una vez que fue liberado el hombre se olvidó. Es llamativa la “discrepancia” entre la observación del narrador de que Jehová estaba con José (Génesis 39:23) y el hecho de que había sido dejado languideciendo en la prisión. Aprendemos un poco más de José de lo que dice al copero:
“Acuérdate, pues, de mí cuando te vaya bien; te ruego que tengas misericordia y hagas mención de mí al faraón, y que me saques de esta casa, porque fui raptado de la tierra de los hebreos y nada he hecho aquí para que me pusieran en la cárcel.” (Génesis 40:14-15)
Ahora sabemos que:
- José no mencionó a sus hermanos ni los acusó de ningún mal.
- Pensó que no había hecho nada para merecer la cárcel.
Sin embargo, ¿revela algo de autocompasión y rencor? El apóstol Pablo dice algo sobre el tema:
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor…” (1 Corintios 13:4-5)
La presencia del amor afirma a otros y supera los aspectos destructivos de nuestro carácter. La paciencia, la bondad y la verdad importan. Así tratan de las relaciones con otros seres humanos. El amor nutre las relaciones. Se evitan la envidia, la ostentación, la arrogancia, la ira y el mal. El amor provee tanto la estabilidad como la consistencia en la que palpita la vida.
¿Podemos razonar que, hasta este punto en la vida de José, no había perdonado a sus hermanos, la esposa de Potifar y a Dios? José tuvo que esperar ¡DOS AÑOS MAS antes de ser liberado de la cárcel! (Génesis 41:1) .
La reconciliación entre José y sus hermanos
Los 13 años de esclavitud y encarcelamiento llegaron a un abrupto final. José fue sacado de repente de la cárcel y llevado a la presencia de Faraón. Sin embargo, no eran sólo las circunstancias las que habían cambiado. José fue capaz por la gracia de Dios de liberarse de todos los dolores y malos recuerdos del pasado y empezar de nuevo. La manera en que trató a sus hermanos y los llevó al arrepentimiento fue una obra de visión espiritual, paciencia y amor.
Puntos importantes del encuentro de José con sus hermanos:
- No permite que alguien sepa lo que han dicho o hecho contra él. Por eso en medio de la incontrolable emoción suscitada, José no pudo más y ordenó: “Haced salir de mi presencia a todos.” (Génesis 45:1), esto es, a todos sus siervos egipcios. José quiso que nadie supiera lo que sus hermanos habían hecho.
- No permite que alguien se intimide por él. “ Sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él.” (Génesis 45:3). Puesto que José pudo ver las reacciones mixtas de temor, sin habla, atónitos, confundidos, les animó con palabras que brotaban de un corazón amoroso y perdonador.
- No debe minimizar la ofensa. Sí, ellos habían hecho lo malo y eran culpables, pero José les dijo que no se quedaron en sus pecados sino en lo que Dios había hecho para todos ellos. Sus hermanos eran responsables de los sufrimientos de José, pero Dios los usó para llevar a cabo sus divinos propósitos. (Génesis 45:5-8).
- El amor acepta a los que nos han agraviado. El perdón de José al pecado de sus hermanos es tan completo que los besa y llora de gozo al reunirse con ellos una vez más. No era el momento de explicaciones ni de excusas sino para una sincera expresión de amor y perdón. (Génesis 45:14-15).
- Hay que conocer la condición humana. Conociendo la naturaleza humana en general y a sus hermanos en particular, José les dio una última amonestación: “No riñáis por el camino.” (o “No peleen entre ustedes.”) (Génesis 45:24). El asunto había sido ya resuelto de una vez por todos y no había necesidad de discutir más sobre ello o intentar decidir quien era el culpable o la medida de culpabilidad de cada uno.
La necesidad de una confesión de culpabilidad
No me enviasteis vosotros acá, sino Dios (Génesis 45:8) resume todo el propósito de la historia de José. Dios controla los hechos humanos, sean buenos o malos, para lograr sus propósitos redentores. El Señor declaró a Abraham que a través de su “descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra” (Génesis 22:18). A través de José y su programa para superar la hambruna esta promesa fue parcialmente cumplida.
Al insistir en que Dios controla soberanamente los asuntos humanos, Génesis no niega la completa responsabilidad moral que los hombres tienen por sus hechos. Esto afirma ambas verdades en forma simultánea al enfatizar:
- el profundo dolor causado por las acciones de los hermanos,
- la inextinguible tristeza de Jacob,
- la esclavitud de José y su injusto encarcelamiento, y
- la propia conciencia culpable de sus hermanos.
Es esta convicción de la culpabilidad y responsabilidad humana que está detrás del áspero tratamiento dado por José a sus hermanos tanto aquí en Génesis 45:14 y 15 como en el capítulo 42.
No es hasta que Judá confesó la culpabilidad de ellos en Génesis 44:16, “Dios ha hallado la maldad de tus siervos.” (Se refiere al pecado de ellos de vender a José.) y mostró verdadero arrepentimiento al ofrecer tomar el lugar de Benjamín, que el perdón y la reconciliación son posibles.
Sin embargo, tan pronto como este punto se logra, la generosidad de José no supo de límites e hizo toda provisión necesaria para el viaje a casa de su familia.
¿Una lección para nosotros?
Pero José vivió entonces, no ahora. ¿Así que cómo lo manejó? En todos los aspectos él recurrió a Dios y tomó cada circunstancia para glorificar a Dios (Génesis 37-40). Como un esclavo que trabajó duro, era honesto y sirvió a su amo como si trabajara para el Señor
- Él era moralmente puro y rechazó deshonrar a su amo ante los avances sexuales de la esposa de su amo.
- En la prisión, era el mejor preso posible, siendo cooperador, obediente y provechoso con otros y sus captores.
- Él perdonó a sus hermanos por su traición y entendía que lo que sucedía era parte del plan de Dios.
- Él no era quejumbroso, ni descendió en la auto compasión.
José no tenía ningún cuidado mental médico moderno profesional, doctores, terapeutas o medicamentos disponibles. A los pensamientos actuales, él debería estar perdido en la desesperación y la desesperanza – sufriendo de numerosos síndromes y condiciones. Las clases de problemas que él tuvo que enfrentar requerirían años del asesoramiento y de terapia, de acuerdo a nuestro modo de pensar. Si alguien se había ganado el derecho a auto compasión, ese era José.
José aceptó sus circunstancias como la voluntad de Dios y más bien cediendo en sus emociones, confiado en Dios para sostenerlo. Muchas veces somos demasiado rápidos en volver a soluciones humanas para manejar las dificultades de la vida. La Biblia contiene TODAS las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad, y nos puede equipar para TODAS las buenas obras y vida viva. Pablo dice:
“Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. (Filipenses 4:6, R-V1995)
Punto de reflexión: La confesión facilita el perdón y la reconciliación